La terapia es conceptualizada de modo similar al de un equipo de investigación, en donde el paciente aporta los datos, sus habilidades, conocimientos y el terapeuta su experiencia y conocimentos especializados. Los datos los definimos como lo que un sujeto piensa, siente y hace en un lugar determinado, siendo igual de importante lo que pasa antes y después de que la persona piensa, sienta o actua.

Los datos que aporta el paciente se formulan como hipótesis que hay que contrastar al modo científico y se ayuda al paciente a formular hipótesis alternativas más realistas para modificar aquellas creencias disfuncionales que están en la base de sus problemas.
A partir de ese momento se formulan las hipótesis de origen y mantenimiento de sus principales problemas, de acuerdo a los principios de aprendizaje y a los modelos de depresión que conocemos.

Una vez formuladas dichas hipótesis se definen junto con el paciente los objetivos a perseguir, tratando de hacerlo de un modo preciso a fin de que a lo largo de la terapia podamos observar y cuantificar el avance que estamos realizando respecto al inicio de la terapia.

A continuación diseñamos los procedimientos terapéuticos adecuados para alcanzarlos: programas, técnicas y métodos basados en leyes o reglas de aprendizaje, que estén contrastados y que se haya demostrado científicamente su utilidad. Con estos procedimientos terapéuticos perseguimos una doble finalidad:

-Sustituir los aprendizajes desadaptativos por otros  más saludables y  adecuados.
-Modificar creencias, conductas, emociones e interaciones sociales.

Las terapias Cognitivos-Conductuales ofrecen un tratamiento integral de los problemas del paciente con muy buena expectativa de éxito y un tratamiento para la prevención de recaidas